“ZAMPADERAS” AL ESTADIO DURANTE LOS AÑOS ‘70
Por: Eduardo Quevedo Serrano
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Chimbote, Perú |
Los años ‘70 fueron otros tiempos. Chimbote era el Primer Puerto Pesquero del Mundo, y sus días eran siempre soleados. Nuestro puerto exportaba música a todas partes, y las baladas empezaban a bailarse “pegaditas” y ya no con el brazo extendido como en los boleros. Los cerros pétreos de Chimbote eran amables, y cuando desde los barrios gritabas “¡hola!”, te devolvían el saludo en la forma de un eco. Nuestro deporte era competitivo a nivel nacional, y los domingos íbamos al estadio para ver al José Gálvez FBC que había traído el futbol profesional a Chimbote.
En esta década el futbol confirmó su condición de pasión de multitudes, y fue el punto central en la agenda dominguera de nuestra cultura popular.
En 1970 el equipo de la franja roja campeonó en la liga de Chimbote. En 1971 avanzó triunfalmente en la Copa Perú e ingresó a la profesional. Se mantuvo en ese nivel por tres años consecutivos, y en 1973 perdió la categoría. A su regreso a la liga local, volvieron a cobrar vigencia los legendarios clásicos porteños entre el José Gálvez y el Deportivo Siderperú. Y se protagonizaron también grandes partidos con el San Cristóbal de Moro, Cultural Casma, América de Samanco, Deportivo Copes de Coishco, y Sport Ancash de Huaraz.
Los años ‘70 fueron indudablemente otros tiempos. Y los mayores de hoy, fuimos los “chibolos” del ayer, “chibolos” que vivimos con intensidad las jornadas futboleras de aquella década.
Recuerdo que Chimbote tenía un sector amplio de gente que domingo a domingo gustaba ir al estadio Vivero Forestal... pero que no siempre tenía dinero para comprar sus entradas y, bueno... debo confesar que yo era un participante habitual de este grupo. De tal suerte que había que ser “creativos” para encontrar maneras alternativas de ver los partidos. Algunas de ellas eran lícitas, pero había otras que no lo eran tanto.
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Reconstrucción del estadio después del terremoto del 31 de mayo de 1970 |
En 1970 el estadio fue destruido por el terremoto del 31 de mayo, y los partidos se jugaron a puertas abiertas o, mejor dicho, no había puertas, así que todos éramos bienvenido. En el primer semestre de 1971 se terminó la reconstrucción del estadio, y empezaron a llegar a Chimbote los grandes equipos de la profesional.
Durante el bienio 1971-1972 yo ingresaba al estadio bajo la modalidad denominada “entrar con un señor”, consistente en que un adulto compraba su entrada, y podía hacer ingresar gratuitamente a un niño no mayor de once o doce años de edad. Los chicos nos apostábamos cerca de las puertas de entrada, y estudiábamos las caras de los adultos, cuando veíamos a uno con “cara de buena gente”, lo cogíamos del brazo y le decíamos: “Señor, hágame entrar pe”, y por lo general los adultos ayudaban de buen agrado.
Fue de esta manera como, por ejemplo, en 1971 por primera vez vi jugar a Universitario de Deportes. Yo tenía diez años de edad y el corazón se me partía entre mis dos equipos favoritos: la franja roja y la garra crema. Aquel día arribó a Chimbote el legendario Carlos “Pocho” Landa, jefe y fundador de la barra “Dale U”, y con él llegó un bullicioso grupo de hinchas de la capital. Y yo me senté con ellos, principalmente, creo, porque la barra crema tenía a unas chicas rubias buenas mozas vestidas con minifaldas.
De esos tiempos, otra modalidad de ingreso al estadio era “La Segundilla”. Consistía en los quince minutos finales de los partidos de fútbol. Las puertas se abrían, y la gente que no había tenido dinero para comprar su boleto entraba gratis a mirar el último cuarto de hora. Fue una forma de entrada muy popular, y también el último recurso para “ganarse alguito” de lo que acontecía en el interior del viejo estadio Vivero Forestal.
Hacia 1973 yo estaba en camino a cumplir los trece años de edad, y ya estaba un poco grandecito como para intentar “entrar con un señor”, pero de todas maneras perseveraba. A veces “ligaba” y a veces no. Aquel 1973 fue el último año del Gálvez en la profesional, y para los “chibolos” de mi generación fue un año de “iniciación” en otras formas más intrépidas, y menos santas, de ingreso al estadio.
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Estadio Vivero Forestal de Chimbote, 1971. |
Así es como llega la modalidad del “escalamiento” en sus diferentes variantes, y todas con algo en común: trepar las paredes del estadio. Junto a mis hermanos y otros muchachos del barrio llevábamos una soga con nudos, y escalábamos los altos muros del estadio, especialmente la pared sur, Nuestro persistente “trabajo” de cada domingo había erosionado los muros y creado unos huecos que facilitaban el ascenso. Una vez arriba, podías quedarte sentado en lo alto de la pared, o descolgarte hacia el interior del recinto deportivo.
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Tribuna sur del coliseo Paul Harris (Años ‘70) |
Otra modalidad era pagar una cantidad mínima, e ingresar al coliseo Paul Harris, donde se disputaban encuentros de voleibol o básquetbol. Una vez dentro, a través de la tribuna grande (sur) se accedía a la parte alta de la pared que termina en punta. Y desde este punto se miraba los partidos en el vecino estadio. Sin embargo, aquí las “localidades” eran limitadas, pues la esquina de esta pared no tenía mucho “aforo”. De tal suerte que, los interesados en esta ubicación tenían que hacerse de una “localidad” con varias horas de anticipación.
Las paredes del coliseo Paul Harris, “ofrecían” también otra alternativa, un tanto temeraria pero no por ello menos usada. Parte de la pared oeste del coliseo era paralela con la pared este del estadio. Las separaba la distancia de un paso o un salto. Y ambas tenían una altura de vértigo. Antes de dar el salto, la recomendación siempre era: “... No mires abajo”.
Ahora bien, todas estas formas de escalamiento tenían un enemigo mortal, y no la altura precisamente, sino “Barrabás”.
“Barrabás” fue un personaje del Chimbote de los ‘70 y parte de los ‘80 que en forma voluntariosa se ofrecía a mantener en raya a los “zampones”. Con correa en mano vigilaba las paredes del estadio, y muchos “chibolos” de los ‘70 saboreamos su efectividad. Era moreno, de unos cincuenta años de edad, de cabello ensortijado y barba crecida, más amigo del alcohol que del buen aseo. Y un dato adicional, su celosa y acomedida vigilancia no era del todo cívica, si le soltabas un “sencillo”, se hacía de la vista gorda.
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Pared este del estadio Vivero Forestal (Años ‘70) |
Volviendo a la soga con nudos (y al escalamiento), hay algo que debemos mencionar para beneficio de los lectores que gustan de los detalles. Si ya estabas sentado en lo alto de una pared, y sentías hambre, entonces la cuerda tenía una utilidad extra. Las “tías causeras” no descuidaban a sus clientes, y de rato en rato se daban sus vueltas alrededor de las paredes; siendo así que la bendita soga bajaba el dinero y subía la rica causa.
A este punto del relato cabe preguntarse: ¿Y no había policías en el estadio? Desde luego que sí. Razón por la cual muchas veces tuvimos que saltar desde lo alto de las paredes, hacia afuera o hacia adentro, dependiendo del lado en que llegaba la “tombería”. Y, sin duda, no faltaron algunas palizas menores, pero eso eran gajes del oficio. A Dios gracias en mucho ayudaba que a los policías les gustara mirar el fútbol tanto como a nosotros, así que cada uno lo disfrutaba a su manera.
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Estadio Chimbote, coliseo Paul Harris, y alrededores
(Fuente: © 2011 Google)
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A cierto punto de los ‘70 para mí se inició una nueva manera de ver los partidos. Durante mis estudios secundarios en el colegio San Pedro conocí a Martha Ortiz Ortega, ella era una gran amiga que vivía frente al estadio, en la esquina del jirón Villavicencio con el pasaje Unanue. La familia de Martha, así como otros vecinos próximos al estadio, habían acondicionado altillos de madera elevados sobre sus techos, y alquilaban estas “localidades” a un precio módico. De tal suerte que un buen día mi amiga me dijo: “Quevedito, en lugar de que estés trepando con tu soga, ven a mi casa los domingos y yo te voy a dejar ver los partidos”. Así que desde entonces visité a Martha con regularidad.
Ahora bien, si la pregunta es, ¿alguna vez en los años '70 pagué mi entrada? La respuesta será: claro que sí... pero no siempre. Además, a mitad de la década en casa finalmente convencimos a mi padre que no todo podía ser trabajo, y él empezó a visitar esa “cosa” llamada estadio Vivero Forestal. Y así entramos por la puerta correcta. Una segunda pregunta podría ser: ¿Tengo algunos recuerdos de esta segunda parte de los ‘70? La respuesta siempre será: desde luego.
Por ejemplo, recuerdo un disputado clásico Gálvez versus Siderperú donde el mediocampista naranja Rodomiro Solar le rompió la pierna al defensa central galvista José Ormeño. En otro acalorado clásico, el mismo volante naranja fue expulsado del terreno de juego, y en una actitud inesperada atacó con un tacle al árbitro del partido. El juez de línea, don Marcos LLempén, acudió en ayuda de su colega y hundió su banderín de córner en el bajo vientre de Rodomiro Solar, quien fue retirado por la policía, y posteriormente suspendido para jugar el fútbol por varios meses.
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Viviendas vecinas al estadio Chimbote
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Desde las alturas de las paredes del estadio, la casa de Martha, o las graderías del Vivero Forestal recuerdo haber visto la parafernalia de inolvidables clásicos porteños en todo su esplendor. Don Teodosio Príncipe Herrera, el legendario “Cojo Talara” al frente de la barra galvista en la tribuna este. Desde aquí, notas del pasodoble taurino “El Gato Montés”, arrancadas en un solo de trompeta, recibía la entrada del Deportivo Siderperú al terreno de juego. En lo alto de la tribuna el “Cojo Talara” parodiaba una corrida taurina provisto de cuernos de toro pintados color naranja. Gritos de “¡Olé!” por todas partes. Detonantes pirotécnicos al aire. Desde la popular norte y la preferencial la barra naranja no se amilanaba, y respondía a los agravios de los galvistas, llamándolos “carniceros”. (*)
En el antiguo recinto deportivo, cada domingo, las viseras de cartulina de cientos y miles de hinchas se agitaban como olas reventando contra el concreto de las graderías, ya fuera celebrando o sufriendo lo que ocurría en el terreno de juego, mientras un individuo cargando una fuente de budines subía y bajaba las escalinatas en forma incansable. “Uno para cada uno... uno para cada uno”, solía pregonar. Este personaje era don Lorenzo Castillo Bernabé o, simplemente, “Riquito”. Entre bromas y en serio, la gente le pedía cinco, diez, o más budines. Pero él siempre respondía: “No, sólo uno para cada uno”. Al desaparecer entre la multitud, su voz, como un eco, continuaba repitiendo: “No se me amontonen, uno para cada uno”.
Desde entonces a la fecha, han pasado varias décadas . Y es invierno aquí en New Hampshire cuando escribo estas líneas. Como sucede en cada invierno, debo subir al techo de mi casa para limpiar la nieve. Laboriosamente trepo los peldaños de la escalera y, a veces, viene a mi mente la soga con nudos de este relato, sonrío entonces para mis adentros mientras pienso: efectivamente... los años ‘70 fueron otros tiempos.
Post Data: Mi hija Dorothy, con 12 años de edad, leerá estas líneas, y va a preguntarme por las travesuras que hice en Chimbote a su misma edad, y voy a necesitar respuestas. Se aceptan sugerencias y... comentarios.
(*) Para beneficio de los lectores no familiarizados con algunos términos y eventos descritos en este párrafo diremos que los galvistas siempre llamaron “cachudos” a los siderúrgicos, por razones que no vienen al caso explicar aquí. En cuanto a lo de “carniceros”, fue un apelativo vinculado a los galvistas por sus orígenes fundacionales en el “Camal Viejo” de Chimbote, ubicado en la esquina de la avenida Gálvez con el jirón Olaya.
New Hampshire, USA
Marzo, 2011
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Estimado Ed:
ResponderBorrarEsta nueva crónica (brillante), es un conjunto de relatos que agrupas con tu acostumbrado talento y las brindas para el deleite de tus lectores, en esta nueva oportunidad debo confesar mi directa participación en las "modalidades" para ingresar al estadio que bien reseñas, sin pagar dicha entrada.
Cuando no vendía mis bebidas en el recinto, accedía de manera "suicida", trepando aquella pared del coliseo Paul Harris, paralela a la del estadio, eran épocas ágiles, tanto de pensamiento como de actuar.
Recuerdo también, que mas de una vez, "tus colegas" de soga, fueron interceptados por los policías, aquí mucho tenía que ver el carácter de las fuerzss del orden, hubo alguno severo que se llevó en decomiso la soga y hubo quien, invitó (o mas bien obligó) a ser valientes y a "tirarse" literalmente al interior del estadio.
A Dorothy, debes decirle que tiene diversos privilegios, de poseer padres maravillosos, de nacer en una época con mejor estado de bienestar y de nutrirse de estos párrafos que narran las peripecias de un padre para conseguir sus anhelos.
Yo también tengo el privilegio de tu amistad.
Motta.
Bueno amigo “Chato” tu sabes que no me gusta el futbol mucho, pero de la manera que narras todas esas vivencias estoy empezando a disfrutarlo de alguna manera. Y me parece que cuentas mi propia historia ya que yo solo iba al estadio a vender marcianos para tener billete para luego ir al cine, y viví de alguna manera ese sentimiento de la gente hacia ese hermoso deporte.
ResponderBorrarY por lo de tu hija solo tienes que decirle que converse conmigo que yo le contaré algunas anéctodas vividas en nuestra niñez, un abrazo mi buen amigo.
Noel
Eduardo:
ResponderBorrarTodo recuerdo es una vivencia y cuando estos son gratos es doble la satisfacción de contarlos. Todos de alguna forma hemos usado las modalidades de ingreso a un estadio que tu narras.
Se que tus lectores coetáneos asi lo sienten y expresan, y con orgullo dirán: yo también me zampé. Término que es de uso poco frecuente pero que es castizo y además onomatopéyico pues su raiz es el sonido de clavar una estaca en la tierra, o sea un ingreso abrupto, inconsulto, apresurado para no ser visto, en fin si querías ver al equipo de tus amores -CHIMBOTE ES GALVEZ- y no había para la entrada tenías que hacerlo así.
A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César; si había para pagar ibas con César, y si no entrabas diciéndote para tus adentros que Dios se lo pague por qué yo, no!
Que decir de los techos y paredes aledañas, clásicos a lo largo de la costa, y en la sierra los cerros son los palcos oficiales, en fin ver futbol es cuestión de ingenio sano como el vivido en los setenta.
Dorothy Elsa debe saber que en nuestras épocas estas formas no convencionales de lograr algo, eran sanas, sin ninguna mala intención, era la manera de vivir la noticia ante la falta de medios inmediatos, y sin costo. Además todos se conocían y se sabía donde vivías, que labores u oficios tenían los padres y por que camino iban los hijos. Una continuidad de formación e información que hoy poco se ve, era un "face to face" y en esas circusntancias la verdad era la verdad y los compromisos se asumían como tales. En fin, eran otros tiempos...pero... de todas formas bienvenidos los nuevos.
Tu amigo,
V.R. Arellano Salazar
Amigo ED :
ResponderBorrar“Zampaderas”, no te equivocaste de nombre para tu articulo y no te has olvidado de nada, asi DE NADA. Yo vi todo lo que cuentas, asi de cierto y arriesgadas eran las zampaderas. Una en particular: era normal ver cuando un policia caminaba por la pared haciendo equilibrio con su palo y los zampones iban cayendo en cadena uno por uno, la gente se mataba de la risa.
Leerte me transporta a esos años y como siempre te digo, es como ver una pelicula, y me digo, las nuevas generaciones deberían de saber esto, fueron epocas de oro.
En un articulo pasado te estrenaste como productor de video (ja, ja, ja ); luego, pedir una película de tu blog creo que es mucho pedir por ahora; pero un libro yo creo que es factible, tu blog devería convertirse en un libro. Y no soy el unico que piensa así, en un articulo anterior el gran escritor chimbotano Oscar Colchado te lo sugirió. Y el maestro Oscar es una autoridad en estas lides, de verdad seria muy bueno, no solo se registra la historia de Chimbote, sino que para nosotros mismos seria una forma de enseñar a nuestros hijos de donde venimos.
Con respecto a Dorothy, el consejo de Rolando Lucio me parece perfecto, agregaré que eran otros tiempos, con otras oportunidades y que en su momento tu sabras explicar con creces.
Un Abrazo de pelicano de los ‘70s
MARCO ARROYO
Muy buenos recuerdos, querido Eduardo. Me hace recordar cuando yo también esperaba junto a otros que abriesen el portón del estadio y entrábamos al segundo tiempo. Pero una vez, muchas personas nos trepamos al muro que daba a la avenida Industrial, y cuando ya estábamos arriba, vimos que al otro lado estaban los guardianes cuidando para no saltar. Sin embargo, nos contentábamos con mirar desde allí. La parte alta del muro practicamente se llenó. Abajo de nosotros, en la parte de atrás, había mucha gente que quería subir también, mas como no había espacio, empezaron a empujar. Eran muchísimas personas haciendo fuerza a la muralla, hasta que cuando calculé que se venía abajo, yo me zampé al estadio. Lo mismo hicieron los demás. En ese momento, el muro se vino abajo y, entre la polvareda, se zamparon cientos de personas, sin que los cuidadores pudieran hacer nada.
ResponderBorrarUn abrazo y hasta pronto.
Óscar
Eduardo,
ResponderBorrarun pasaje deportivo de ese ayer que siempre evocamos, que tenemos en las retinas y guardamos en el corazón; la década del setenta, luego del terremoto nos levantamos para cosechar lauros.
Victor Nolberto Unyén Velezmoro
Hola Lalo,
ResponderBorrarTe cuento de las zampaderas, en las decadas del ’50 y ’60 siempre existieron, eran por las paredes bajas (también por las palomillada de la gente), te cuento que el estadio Vivero Forestal tenía un cerco de adobe y ladrillo blanco. La parte norte, este y sur eran de adobe y la parte oeste era de ladrillo blanco. Siempre existieron guardianes con chicote y piedra en mano, llegaba el momento en que los zampones y los guardianes entraban en guerra, y las piedras a veces le caían a los espectadores.
Pedro Haro Diaz
Algo más sobre las zampaderas.
ResponderBorrarCuando un equipo estaba para la baja (a segunda división) los hinchas tumbaban la pared norte, carretera Industrial, en ese tiempo no existía el coliseo Paul Harris , el terreno era en forma de ladera y como era de adobe era fácil de tumbarlo.
Los representantes de los equipos se reunían los lunes en el segundo piso del Mercado de la calle Gávez, y buscaban soluciones para que el campeonato continuara. A la parte destruida del cerco del estadio le ponían maderas o quemaban llantas para que asi no entraran los zampones y tampoco puedan ver por el humo.
Pedro Haro Diaz
Lalo:
ResponderBorrarTe sigo contando. En esa época no había camerinos, cada equipo tenía su lugar para cambiarse, por ejemplo: América de Samanco y Bolivar se cambiaban en la parte sur. Deportivo Chimbote, Marítimo, y Manuel Rivera en la aparte oeste. El Strong Boys en la esquina de la cancha entre oeste y norte. Lolo fernandez en la parte norte. Además la puerta de entrada era solo una y de salida eran dos, despues hicieron una puerta de entrada en la parte norte de la carretera Industrial, casi en la parte de la esquina con destino a La Baldoza.
Otra cosa. Dentro del estadio cada anticuchera vendía cerveza y gaseosas, se ubicaban en la parte oeste y sur, a veces por la tribuna este (en la parte alta), pero cuando había goles los espectadores que estaban sentado con ladrillos o llevaban sus sillas, o bancas portatiles, levantaban la arena y debido al polvo las anticucheras perdían su negocio.
Aparte de ello, la verdad todo era un vacilon, todos los espectadores regresaban a casa con arena en la cabeza.
Pedro Haro Diaz
Acá hay un dato interesante.
ResponderBorrarEn esa epoca había un policia municipal que se llamaba Don Antonio, metía palo y era más respetado que los mismos policias de la Guardia Civil. Por ejemplo, para comprar una entrada en los cines, este señor te hacía formar cola, caso contrario te metìa palo. En el estadio lo respetaban, era un señor blanco, hablador, bien respetuoso y no le gustaba la indisciplina. Incluso se desempeñaba como árbitro. Era un artista educado y respetado. Al no haber tribunas los espectadores se metían a la cancha y no dejaban ver el partido, ahí entraban a tallar los guardianes y don Antonio.
Esta información es parte de la historia vivida por mi propia persona.
Me despido.
Pedro Haro Diaz
Pedro (Con la venia de Eduardo Quevedo):
ResponderBorrarExcelente remembranza de todo un personaje como don Antonio, el perfil que ha desarrollado es el correcto, al que agrega su desempeño como árbitro, sobre esto ultimo deseo comentar una anécdota peculiar.
Antes del terremoto, el barrio San Pedro tenía uno de los mejores campeonatos de fútbol, en cierta oportunidad llegó don Antonio para arbitrar un encuentro entre Municipal y Juventud San Pedro, al terminar el primer periodo, el elenco de Municipal perdía por dos tantos a cero, antes de reiniciar el segundo tiempo, don Antonio convocó al capitán de este elenco, en medio del campo le indicó, "cambia el sistema, juega con un 4-2-4".
Por lo tanto, a los oficios bien mencionados por el Señor Haro, habría que agregar también el de ocasional entrenador.
Dado que el personaje en mención tuvo presencia activa en la época que se desarrolla este blog, también puede ser motivo de una semblanza por nuestro estimado editor.
Saludos cordiales.
Motta.
HOLA EDUARDO:
ResponderBorrarLA VERDAD TU RELATO ME RETROTRAE A LOS AÑOS SETENTA, TAN INTENSOS PUES ES HABLAR DE NUESTRA PRIMERA JUVENTUD. TAMBIEN PARTICIPE DE LAS “ZAMPADERAS” CON CASI TODOS LOS DETALLES QUE RELATAS. LOS SETENTA FUERON PARA MI MUCHO MAS, COMO TU SABES Y RECUERDAS.
FUERON LOS AÑOS DE LAS PRIMERAS “COSTILLAS” Y DE LA EFERVESCENCIA ESTUDIANTIL DE LA QUE TU TAMBIEN PARTICIPASTE, AUNQUE CREO ESTABAS EN TU PRIMERO DE SECUNDARIA.
FUERON AÑOS HERMOSOS, LA VERDAD HAS HECHO QUE EVOQUE OTROS RECUERDOS RELACIONADOS A VIVENCIAS CON MI FAMILIA Y LA “COLLE” DEL COLEGIO.
OJALA EN LA PROXIMA PUEDA HACER UN COMENTARIO MAS AMPLIO SOBRE ALGUN OTRO TEMA ESPECIFICO. ME PARECE MUY BIEN LO QUE HACES, TE FELICITO. SALUDOS Y ABRAZOS.
FERNANDO.
Recordado Fernando:
ResponderBorrarMotivo de especial alegría tenerte por este Rincón de los Recuerdos. Efectivamente, para nosotros los ‘70s fueron algo especial. Fueron los años de las “Zampaderas”, fueron los años de la primeras “costillas” (enamoraditas), y fueron también los años del movimiento estudiantil social en Chimbote. Tu fuiste uno de los líderes de ese movimiento, y de las jornadas de Mayo y Junio de 1973. Increible, yo tenía 13 años de edad y ya estaba lanzando mis primeras “Molotovs”, tiempos que ya no volverán.
Te recuerdo como un joven y gran luchador social.
Eduardo
Un baúl de recuerdos bellos. Chimbote y sus representantes unidos en un sentimiento de crear vacios en su equipo competidor e inflar sus redes y luego la algarabía de un pueblo que surgia níveo como sus olas del mar.
ResponderBorrarUna joya online para llorar y refrescar lo vivido por los viejos e ilustrar lo que es la verguenza deportiva a los jovenes.
La historia es sentir y escribir el dolor de lo fugado con los días y los años. Un apunte histórico del futbol de Chimbote es un jironcito de historia que nos lleva atras en el almanaque pero que empaña nuestros ojos de puro sentimiento.
Gracias amigo por tu empeño y ganas de digitar la historia del Gálvez, propiedad de de este bello puerto, que imagino, te alojó algún día.
Jenry Alex Hidalgo Lama
Hola Eduardito.
ResponderBorrarTu narración de las zampaderas es tan idéntica a las modalidades que tuve de ingreso al Vivero Forestal.
Mi recorrido era por la linea del tren pasando por la Balanza, doblando hacia la izquierda y al estadio, este recorrido siempre lo hice solo. Cuando tenia que ir al ver a nuestro equipo el José Gálvez,mi modalidad de ingreso era con una persona mayor ,pero se daba el caso que algunas veces no se podia.
Nunca busqué ingresar al estadio por un hueco hecho en la pared,si no que pasaba justamente por alli y todos se metian corriendo y yo
aprovechaba el panico y tambien me zampaba corriéndome hacia la gente para camuflarme. Lo mismo que subir por la pared con las sogas con nudos que ya estaban ahi. Lo mas dificil como lo señalas, fue el ingreso por el Paul Harris,por la pared paralela,efectivamente era mas peligrosa por el salto y la altura,pero ya estabas alli ,no habia retroceso; gracias a Dios no recuerdo a Barrabás,esa zampada solamente lo hice una vez.Razón por la cual puedo dar fé a la veracidad de tu narración por haberlo vivido , nadie en mi casa lo sabia,hasta ahora que luego de leer tu narración se lo conté a mi hermana Marleny y a mi mamá que sorprendidas me escuchaban. No se equivocó mi madre al “deportarme” al poder de mi padre que vivía y trabajaba en Lima. Todos estos acontecimientos fueron antes de abril del 71 que vine a la capital.
Gracias Eduardito por toda la labor que vienes realizando.
Un abrazo y muchas felicidades
José Luis
Me parece fabuloso como narras y describes todas tus vivencias. Me encantó, y para tu hija ya sabes se sentirá orgullosa de tener un papá que a pesar de las circunstancias se abría paso para disfrutar del deporte que es una via sana de crecer. Felicitaciones por compartir de esta manera parte de tus experiencias.
ResponderBorrarIsbel
Isbel:
ResponderBorrarMuchas gracias por tus palabras. Bienvenida a este Rincón de los Recuerdos, y esperamos seguir contando con tu compañía.
Un abrazo,
Eduardo
En verdad al leer esta historia me remontó a esos años vividos tan hermosos que hemos pasado, en verdad yo pasé lo mismo que tú y te cuento que un tiempo algo antes cuando los partidos se realizaban en el famoso "MARACANA" (que se ubicaba entre las guineas de lo que hoy es el colegio "LA INMACULADA"), pues ahi no teniamos que "zamparnos" para espectar esos bonitos encuentros.
ResponderBorrarEstoy muy orgulloso que un Chimbotano como tú escriba estas lineas que al leerlas nos traen nostalgias y nos hacen derramar algunas lagrimas de emoción y satisfacción por haber participado de estas vivencias. Yo soy una persona que siempre me gusta comentar de historias del fútbol de Chimbote ya que he conocido a grandes deportistas que han sabido llevar a lo mas alto el honor del Fútbol de nuestro querido Puerto.
Te pido que en tus crónicas comentes sobre otros equipos que han participado en los torneos de Futbol desde los años 50 por que cuando en los diarios y revistas deportivas resaltan aniversarios ó historias deportivas no señalan a estos clubes que también estuvieron a la altura de los emblematicos "JOSE GALVEZ" y "SIDERPERU". Me gustaria que editaras una revista Deportiva y que lleve por nombre "EL FUTBOL CHIMBOTANO A TRAVEZ DE LOS TIEMPOS".
Un admirador tuyo que sin conocerte se siente TU AMIGO. HASTA PRONTO. Un saludo para tu hija Dorothy Elsa y demas familiares.
MANUEL
Manuel:
ResponderBorrarMuchas gracias por enriquecer este artículo con recuerdos de tu propia cosecha. Gracias también por tus palabras cálidas y generosas.
Acá te dejo mi correo para que me escribas y podamos intercambiar recuerdos y puntos de vista: edquevedo@yahoo.com
Un abrazo,
Eduardo
En verdad tambien me traen buenos recuerdos por que yo tambien participé en las "zampaderas". Recuerdo por los años de 1968 y 1969 cuando venian a jugar amistosos varios equipos profesionales de Lima como el Alianza, la U, Sport Boys, Dptvo. Municipal. Cuando se enfrentaban mis dos equipos queridos Galvez y Alianza se me partía el alma.
ResponderBorrarYo tenia de 13 a 14 años y me colocaba atrás del arco de Cheva Mantilla, para mi el mejor arquero que tuvo nuestro querido Jose Galvez para verlo tapar, era extraordinario. Cuando cambiaban de arco iba hacia el otro extremo. Recuerdo que al empezar el partido y en el entretiempo corría por todo alrededor del campo un señor solo con truza y una pluma en la cabeza, al final le dábamos su propina. Tambien recuerdo a nuestro querido amigo el popular "Riquito" que vendia unos dulces exquisito "churros".
Hermosos recuerdos y tiempos que no volveran.
Amigo "Anónimo":
BorrarSi gustas déjame tu nombre para incluirlo junto a tu hermoso comentario. Indudablemente que has vivido esa época y tienes un baúl de recuerdos que contar. Te dejo mi email para que me envies tu nombre: edquevedo@yahoo.com
Un abrazo, Eduardo
Mi estimado Eduardo, qué te puedo decir después de leer lo que también ha sido parte de mi vivencia, como la de muchos chimbotanos de esa época, solo FELICITACIONES, felicitaciones por recrear parte de nuestra vida, por hacer conocer a los jóvenes de hoy todas las peripecias que tuvimos que hacer para disfrutar de nuestro deporte favorito. Hay también muchas anécdotas que sucedieron que voy a describir más adelante.
ResponderBorrarNo siempre la falta de dinero nos hacía emplear la modalidad de ingreso al estadio con un mayor, sino que muchas veces lo hacíamos para aprovechar la propina que nos daban nuestros padres. Era, como se dice en el argot criollo, un recurso para disponer de dinero y gastarlo en otras cosas como la rica causa o el famoso budín del inolvidable "Riquito", aquel señor menudo, hincha acérrimo de José Gálvez, cuyo lema era "uno para cada uno". Quiero dos "Riquito": no se puede, sólo uno para cada uno, lo recuerdas?
Por otro lado, las paredes del estadio que colindan con el Vivero Forestal no tenían más de tres metros de altura, pero por dentro era el doble, por lo que -para mayor seguridad- preferíamos subirnos y sentarnos en el borde de la pared para -piernas colgadas- ver los partidos de fútbol, y digo partidos porque en aquellos años habían varios encuentros preliminares antes del partido central. Una anécdota de esto lo describo en el item "Deporte" del artículo Historia de Chimbote, con ocasión del Alianza-Gálvez. Otra anécdota es que un amigo estaba escalando la pared cercana al Paul Harris y en ella se encontró con alguien muy conocido y muy familiar ... su padre. No sé si también recordarás cuando una de esas "tribunas" informales se vino abajo debido al excesivo peso y lo artesanal de su construcción. Cosas del pasado y de las zampaderas mi querido Eduardo.
Papi Sánchez
Papi:
BorrarMuchas gracias por tus palabras. Inolvidables recuerdos y sabrosas anécdotas las que aportas a través de tu comentario. Desde luego que recordamos a "Riquito", tenemos una nota acerca de este personaje en el capítulo: Personalidades que Hicieron Historia.
Un abrazo Papi, siempre un placer tenerte por acá!!
Eduardo
Estimado Eduardo:
ResponderBorrarLeyendo a los amigos que hacen comentarios anteriores me hacen recordar a ese señor que jamás faltó a un evento deportivo en el Vivero Forestal y luego estadio de Chimbote. El Viejo Antonio, como cariñosamente lo llamámabos, era un tipo más o menos bajo, blancón, manos en el bolsillo, mirada huraña y con un genio de los mil demonios. Honor a este gran señor,parte importante no sólo del deporte en Chimbote sino de la cultura de nuestra ciudad. Abrazos amigo
En las galerías del campo deportivo estaba permitido: matracas, silbatos y todo instrumento que pueda generar ruido. Ante tremendo alboroto ruidoso, empezó el partido. En el primer tiempo no pasó nada _Comentó Ramón_ en tanto degustaba su causa servida con mucha amabilidad por la piurana haciendo uso del intermedio descanso futbolístico; al reiniciarse el segundo tiempo la cosa se puso mejor, los anaranjados pusieron su primer gol celebrando su triunfo hasta el cansancio, terminando por enmudecer nuestra barra con bombo y todo, y con los cuernos que llevaron también caídos y avergonzados.
ResponderBorrarLas arremetidas por ambos bandos se daban con saña y valentía, la osadía de los deportistas hacía que se esforzaran hasta el agotamiento total; hasta que por fin, gol de los nuestros. Y, el bombo retumbaba con toda su bulla ensordeciendo las tribunas.... "Francisco Apolonio en la Ciudad de la Luna Negra" Saludos amigo Eduardo.
VIVÍ LA EXPERIENCIA NARRADA, BARRABAS ESPERABA A LOS ZAMPONES A PEDRADAS.
ResponderBorrarGraciassss maestro por recordarnos tiempos vividos y muy divertidos. Feliz fin de semana abrazos.
ResponderBorrarGracias estimado Quevedo, con tus relatos nunca se perderá la cultura generacional del Chimbotano, he vivido esos años desde cuando aún no existía la tribuna de oriente...era un arenal y ahí yo jugaba con los palitos de anticucho en el entretiempo o a veces "bajaba" a la cancha para ver a los jugadores.
ResponderBorrarRecuerdo al señor Ugaz un hombre de figura Quijotesca, quien recibía los boletos en un cajón y nos dejaba pasar gratis a mi viejito y a mi de yapa, porque eran paisanos y amigos.
Tanto que recordar, gracias amigo!
Mientras iba leyendo tu hermoso relato, vienen a mi mente todo lo vivido en esos años recuerda amigo que a pesar de ser mujer mi pasión por el deporte fue desde entonces, ya que desde entonces tenia a mi gran amiga la chevita (hija del arq. Cheva Mantilla).Qué lindo que publiques estas anécdotas, la verdad qué haces revivir una linda etapa de nuestra infancia y tambien de tus ocurrencias de siempre niño travieso.Imagínate amigo que de todas esas aventurillas ahora nos deleitas y emocionas a mi la verdad cuando leo confesiones a un árbol siempre me cáe una lagrimita de emoción y nostalgia , yá sea por el barrio ó por nuestro chimbote. bendiciones Eduardo Quevedo Serrano.ó Chatito qué es como te recuerdo con cariño, siempre pedire a Dios bendiciones en tu vida.
ResponderBorrarPsdt..ah y cuándo tu hermosa hija te pregunte.pienso que tendras las mejores respuestas para ella. abrazos campeón.
Felicitaciones Eduardo me encanta tus publicaciones son todos hechos de nuestro Chimbote.
ResponderBorrarExcelente narrador.
Mil abrazos para ti.
Excelente relato que detalla todas las travesuras que tenían que hacer los muchachos "misios" (como mi amigo Eduardo) durante la década de los 70 para ver jugar a nuestros equipos favoritos. Pienso que este relato queda como un capitulo más para la historia de Chimbote. Felicitaciones!!
ResponderBorrarGracias totales Eduardo!! por tu gran relato vivido en aquellos tiempos.Siempre causándole al lector risa y gran curiosidad por tu sabiduría, picardía y travesuras sanas de aquellas épocas y resaltar siempre el gran amor al deporte y a tu amado Chimbote.
ResponderBorrarUn abrazo amigo y siempre admirando y valorando lo grande que eres con Confesiones a un Árbol.
Gracias amigo Eduardo por revivir gratos recuerdos de mi niñez, también fui partícipe de la famosa ''zampadera'' en el viejo estadio Vivero Forestal, recuerdo una vez que me colgué por la pared que colindantes con el Sindicato de Siderperu, me avente y me corrieron dos que cuidaban,corrí como loco cruzando todo el campo, fue una locura.
ResponderBorrarDebo decir que había un Sr. Que vendía su refresco, mazmorra, etc. Le decían la 'Bandida' donde hacia sorteo de la moneda, el que acertaba no les cobraba.
Como no recordar a la famosa 'Natacha' con sus ricas causas dentro de la barra Galvista.
Una saludo amigo Eduardo, un gran foro para podernos revivir hermosos recuerdos
Gracias estimado Quevedo, con tus relatos nunca se perderá la cultura generacional del Chimbotano, he vivido esos años desde cuando aún no existía la tribuna de oriente...era un arenal y ahí yo jugaba con los palitos de anticucho en el entretiempo o a veces "bajaba" a la cancha para ver a los jugadores.
ResponderBorrarRecuerdo al señor Ugaz un hombre de figura Quijotesca, quien recibía los boletos en un cajón y nos dejaba pasar gratis a mi viejito y a mi de yapa, porque eran paisanos y amigos.
Tanto que recordar, gracias amigo!
Mientras iba leyendo tu hermoso relato, vienen a mi mente todo lo vivido en esos años recuerda amigo que a pesar de ser mujer mi pasión por el deporte fue desde entonces, ya que desde entonces tenia a mi gran amiga la Chevita (hija del arq. Cheva Mantilla).
ResponderBorrarQué lindo que publiques estas anécdotas, la verdad que haces revivir una linda etapa de nuestra infancia y tambien de tus ocurrencias de siempre niño travieso. Imagínate amigo que de todas esas aventurillas ahora nos deleitas y emocionas a mi la verdad cuando leo Confesiones a un Árbol siempre me cae una lagrimita de emoción y nostalgia, ya sea por el barrio o por nuestro chimbote.
Bendiciones Eduardo o Chatito que es como te recuerdo con cariño, siempre pedire a Dios bendiciones en tu vida.
Psdt..ah y cuando tu hermosa hija te pregunte, pienso que tendras las mejores respuestas para ella. abrazos campeón
Gracias totales Eduardo!! por tu gran relato vivido en aquellos tiempos. Siempre causándole al lector risa y gran curiosidad por tu sabiduría, picardía y travesuras sanas de aquellas épocas y resaltar siempre el gran amor al deporte y a tu amado Chimbote.
ResponderBorrarUn abrazo amigo y siempre admirando y valorando lo grande que eres con Confesiones a un Árbol.
Eduardito, encantada, mejor dicho fascinada con tus relatos, no se te escapa ningún detalle, haces gala de tu excelente memoria y exquisitez narrativa. Soy tu hincha, hablando futbolísticamente. felicidades, un abrazo.
ResponderBorrarFelicitaciones Eduardo me encanta tus publicaciones son todos hechos de nuestro Chimbote.
ResponderBorrarExcelente narrador.
Mil abrazos para ti.
Excelente relato que detalla todas las travesuras que tenían que hacer los muchachos "misios" (como mi amigo Eduardo) durante la década de los 70 para ver jugar a nuestros equipos favoritos. Pienso que este relato queda como un capitulo más para la historia de Chimbote. Felicitaciones!!
ResponderBorrarLINDO TU RELATO EDUARDO,, LLENO DE ANECDOTAS Y BIEN ENTRETENIDO,, TE MUESTRA UN LADO MAS PICARO QUE EN LA MAYORIA DE TUS OTROS RELATOS,, TU CHIMBOTE SALE GANANDO CON TODA LA INFORMACION QUE VAS RECOPILANDO,, FELICITACIONES
ResponderBorrarComo siempre, que leo tus relatos, me dejan entre la felicidad de haberla vivido, y la tristeza, de que nunca volverán!! Gracias Eduardo!!
ResponderBorrarEn las galerías del campo deportivo estaba permitido: matracas, silbatos y todo instrumento que pueda generar ruido. Ante tremendo alboroto ruidoso, empezó el partido. En el primer tiempo no pasó nada _Comentó Ramón_ en tanto degustaba su causa servida con mucha amabilidad por la piurana haciendo uso del intermedio descanso futbolístico; al reiniciarse el segundo tiempo la cosa se puso mejor, los anaranjados pusieron su primer gol celebrando su triunfo hasta el cansancio, terminando por enmudecer nuestra barra con bombo y todo, y con los cuernos que llevaron también caídos y avergonzados. Las arremetidas por ambos bandos se daban con saña y valentía, la osadía de los deportistas hacía que se esforzaran hasta el agotamiento total; hasta que por fin, gol de los nuestros. Y, el bombo retumbaba con toda su bulla ensordeciendo las tribunas.... "Francisco Apolonio en la Ciudad de la Luna Negra".
ResponderBorrarSaludos amigo Eduardo.
Hermoso relato Edú me hiciste recordar mi niñez cuando desfilabamos toda la familia haCia el estadio para alentar a nuestro equipo por cierto al que jugaba mi hermanito.
ResponderBorrarGracias infinitas Eduardo por compartir este gran y excelente relato,Abrazos
ResponderBorrarCuántos recuerdos comunes querido amigo Eduardo.
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