A la memoria de
Pero en realidad… ¡eso fue lo que pasó!
Julio Guzmán Gonzales
y Alejandro Quevedo Acosta,
líderes fundadores del
barrio (Prolongación)
San Isidro
1971: El BARRIO SAN ISIDRO Y EL PARTIDO DE LOS PENALES
POR: EDUARDO QUEVEDO SERRANO
El martes 13 de abril de 1971, el José Gálvez FBC de Chimbote derrotó a los Diablos Rojos de Chiclín, en un partido extra de desempate jugado en el estadio Lolo Fernández de la “U” en Lima. De esta manera pasó a la Gran Final de la Copa Perú, donde enfrentaría a los otros cinco equipos ya clasificados: FBC Melgar de Arequipa, Unión Tumán de Chiclayo, CNI de Iquitos, Cienciano del Cuzco, y Social Deportivo Huando de Huaral.
La fecha de inicio de la Gran Final fue marcada en el calendario de esta manera: domingo 25 de abril de 1971. Y los tres mejores equipos de este torneo ingresarían a la élite profesional del futbol peruano.
Mientras se esperaba la fecha indicada, Chimbote se desbordó en una gran fiesta popular de alegría, optimismo, y expectativa. Nunca antes este puerto había estado tan cerca de llegar a la liga máxima del deporte rey. Después de la terrible tragedia del terremoto de 1970, la ciudad volvía a sonreír.
En 1971 yo tenía diez años de edad. Los limitados recursos económicos en casa no permitía tener un radio a pilas, así que mis hermanos y yo solíamos caminar por las calles del barrio buscando algún lugar donde escuchar las transmisiones radiales venidas desde diferentes partes del país.
Para tal fin teníamos varios lugares favoritos, algunos eran viviendas destruidas por el terremoto, y cuyas paredes habían sido remplazadas por esteras, así que desde la calle se podía escuchar lo que la radio transmitía en el interior de las casas. Pero la tarde del domingo 25 de abril de 1971 yo quería un lugar más cómodo, para disfrutar de cada segundo del esperado debut del José Gálvez, enfrentado al Melgar de Arequipa.
Y este lugar fue el taller de reparaciones de triciclos y bicicletas del vecino Pedro “Pedrito” Pinedo Rojas, ubicado en la cuadra catorce de la avenida Aviación del barrio San Isidro, entre las viviendas de su suegro, don Marino Peláez Rodríguez, y el carnicero Lucho Prieto Gonzales.
El Melgar de Arequipa había llegado a Lima como el super favorito para ganar la final. Era un equipo experimentado, sólido y equilibrado en todas sus líneas; además, el año 1966 ya había jugado en la élite profesional. El José Gálvez FBC era un equipo bisoño pero atractivo, su juego preciosista de pases cortos fue siempre bien recibido en las graderías; sin embargo, la crítica especializada limeña no le otorgaba mayor chance para hacerse de un lugar en la liga profesional.
El barrio San Isidro parecía desierto aquel día. Era como si toda la gente hubiera viajado a Lima para mirar el partido. La emoción martillaba duro en los corazones chimbotanos. Y no era para menos: El Equipo del Pueblo, llamado también El Equipo de los Carniceros, acostumbrado a jugar en el humilde canchón del estadio local, ese día ingresaría al gramado de juego en el legendario Estadio Nacional donde casi 50,000 almas rugían de manera intimidante. Era como haber entrado a la cueva de los leones.
Y el novato equipo de la franja roja pagó el precio del debut.
Vista actual de la cuadra catorce de la avenida
Aviación, barrio San Isidro de Chimbote. A la
izquierda el colegio Santa María Reina, al fondo
la iglesia San Francisco de Asís. |
En el taller de la cuadra catorce de La Aviación, un nutrido grupo de personas nos acomodamos para escuchar el partido. Pedrito Pinedo y sus operarios parchaban cámaras, arreglaban cadenas, y centraban aros de triciclos usados para el servicio del transporte de bultos, por cargadores que se movilizaban desde el centro de la ciudad hasta las viviendas en los barrios vecinos.
Aproximadamente, a la una y treinta de la tarde, el árbitro Erwin Hiegger dio por iniciado el partido. Cinco minutos más tarde el Gálvez ya perdía por uno a cero. Una infracción de José “Pepe” Arias en el área penal fue sancionada con la pena máxima, y ejecutada diestramente por el arequipeño Luis Ponce Arroé. En el taller de Pedrito Pinedo empezábamos a ponernos nerviosos, pero no faltó alguien que dijera: “No se preocupen, los muchachos recién están calentado”.
El encuentro de aquel día varió la fisonomía dominguera de San Isidro, pero había algunas rutinas tan acendradas en la vida diaria que ni el mejor partido de fútbol del mundo podía alterarlas.
Titulares del Diario La Crónica de Lima-
Perú del 26/04/1971. Un día después
del Partido de los Penales.
|
En ese entonces vivía en el barrio un vecino de no más de un metro veinte de talla, su vivienda se ubicaba a la altura de la cuadra nueve de la avenida Aviación, frente a la panadería de don Andrés Vásquez Mendoza. Su nombre era Melesio Loyola Cortez, pero todos lo conocían como el "Jorobadito" Loyola. Cada domingo este buen hombre se tomaba unos tragos demás y caminaba de vuelta a casa. En el trayecto se detenía varias veces y gritaba: “¡Que viva el Apra!”. Y los palomillas del vecindario le respondían: “¡Jorobado, que muera el Apra!”. Él se molestaba, les recordaba a sus madres y los perseguía a pedradas.
En Lima, a los 17 minutos del primer tiempo, el equipo chimbotano era otra vez castigado con un tiro penal. Esta vez el defensa central Pablo Vilela desvió una pelota con la mano, y Luis Ponce Arroé volvió a ejecutar la falta en forma certera. La ansiedad empezó a apoderarse de los hinchas en el taller de Pedrito Pinedo, pero unos a otros nos confortábamos con la idea que “todavía es temprano”.
En Lima, a los 17 minutos del primer tiempo, el equipo chimbotano era otra vez castigado con un tiro penal. Esta vez el defensa central Pablo Vilela desvió una pelota con la mano, y Luis Ponce Arroé volvió a ejecutar la falta en forma certera. La ansiedad empezó a apoderarse de los hinchas en el taller de Pedrito Pinedo, pero unos a otros nos confortábamos con la idea que “todavía es temprano”.
Eran tiempos en que San Isidro tenía un personaje peculiar. Se trataba de un loco. Un loco de verdad. Había llegado al barrio procedente de la sierra de Ancash y se llamaba Manuel, pero en las calles lo conocíamos como Leodán. En realidad mi hermano mayor Roger lo “bautizó” con este nombre. Leodán tenía una rutina diaria inalterable. Iba al mercado 21 de Abril a buscar desperdicios para comer y algún ron fuerte para beber. Luego regresaba borracho cantando frente al taller de Pedrito Pinedo, y una vez caminada la cuadra catorce de La Aviación, en la esquina de mi casa volteaba hacia el jirón Unión. Aquí los muchachos le gritaban: “¡Leodán, cántate La Flor de Papa!”, pero él no aceptaba pedidos, y entre la felicidad de su propia locura y sus huaynos ancashinos se perdía de San Isidro con dirección al barrio 2 de Mayo, donde su nombre cambiaba de Leodán a Waishco, y dormía en una cochera sin puerta de la calle Huáscar.
Pájaros cochos (pelícanos) en la avenida Gálvez de
Chimbote.
|
En Lima terminaba el primer tiempo con el marcador favorable a los arequipeños por dos goles a cero. En el taller de Pedrito Pinedo nos aferrábamos a la esperanza que las cosas mejorarían en el segundo tiempo. Pero una verdad resultaba incuestionable: El Melgar resultaba mucho equipo para el Gálvez.
Era 1971 y el puerto de Chimbote disfrutaba del último tramo de la bonanza de su riqueza ictiológica. Tricicleros dedicados a la venta de pescado recorrían las calles de San Isidro ofreciendo robalo, corvina, cojinova, cabinza, cangrejos y choros. Y mujeres fortachonas de procedencia norteña portaban gigantescos tazones blancos asentados en un aro de trapo sobre sus cabezas, y cargando platos y baldes en sus manos caminaban las calles de mi barrio pregonando: “¡Cebiche… cebiche de pejerrey!”.
El segundo tiempo del encuentro Melgar versus Gálvez empezó en Lima. Doce minutos más tarde una falla de la defensa galvista, al no rechazar una pelota que “se paseaba” en el área, dio lugar a un remate rasante del puntero izquierdo arequipeño Emilio Barra, y el marcador se puso tres a cero. A este punto, en el taller de Pedrito Pinedo el ánimo empezó a cambiar. Un baldazo de agua fría nos volvía a la realidad, y pensamos entonces que nuestro querido José Gálvez FBC estaba muy crudo para este nivel competitivo.
Quinto gol del FBC Melgar de Arequipa, Raúl
Rosell de tiro penal (Foto: Diario La Crónica de Lima-Perú del 26/04/1971).
|
Aquellos eran tiempos también en que los niños de mi barrio éramos amigos de los pájaros cochos (pelícanos). Durante las épocas de veda pesquera, estas aves no hallaban suficiente alimento en los alrededores del muelle, La Caleta, y la bahía de Chimbote. Entonces invadían las calles de la ciudad, y llegaban a mi vecindad. La mayoría se apostaba sobre lo alto de las paredes del mercado 21 de Abril y la iglesia San Francisco de Asís, y desde ahí se diseminaban hacia las cuadras catorce y trece de la avenida Aviación. En el jirón Unión, los chiquillos hurgábamos las desabastecidas cocinas de nuestras madres, y salíamos en tropel a dar de comer y jugar con los “cochos”.
En Lima, en la jaula de los leones, la suerte ya estaba echada para el Gálvez. Por un instante hubo un chispazo de esperanza. A los 17 minutos del segundo tiempo se produjo un gol galvista por intermedio de Luis Palomino, en el taller de Pedrito Pinedo aún dudábamos si celebrarlo o no, cuando dos minutos más tarde llegó otra pena máxima en favor del Melgar. Infracción de Arturo “Pepe” Acosta en el área penal, y ejecución implacable del arequipeño Raúl Rosell. Dadas las cosas así, ya ni contrariados nos sentimos. Habíamos estado viviendo una ilusión, y el resultado nos despertaba a la realidad.
En Lima el encuentro todavía no había terminado. Faltaba un penal más para que el esperado encuentro pasara a la historia como “El Partido de los Penales”. El Quinto gol arequipeño llegó a los 35 minutos del segundo tiempo. Pena máxima ejecutada por Raúl Rosell. Marcador final: FBC Melgar de Arequipa cinco, José Gálvez de Chimbote uno.
Aquel domingo, como todos los domingos, los hermanos evangélicos de la Iglesia de Cristo terminaban la “escuela dominical”, y regresaban a casa caminando por La Aviación. El templo se ubicaba en la cuadra trece de esta avenida, y a comienzos de los '70 tuvo como líder espiritual a don Gilmer Orbegozo Ríos. Pero yo recuerdo con especial predilección al anterior pastor, don Obdulio Manrique Romero, quien llega a mi memoria como un extraordinario orador predicando noche a noche el evangelio. Los altoparlantes de la iglesia traían su sermón a las casas vecinas, y en la penumbra de la noche su voz llegaba a mi cama a través de las esteras de mi cuarto, y yo me quedaba dormido con la palabra de Dios.
El Partido de los Penales había pinchado la burbuja de la ilusión y nos había vaciado la esperanza.
El Partido de los Penales había pinchado la burbuja de la ilusión y nos había vaciado la esperanza.
Si a las tres y treinta de esa tarde, una bola de cristal nos hubiera dicho que en los siguientes días el José Gálvez de Chimbote lograría una sensacional recuperación, y se clasificaría a la élite máxima del fútbol profesional peruano, nadie lo hubiera creído.
New Hampshire, USA
Enero, 2011
NOTA:
Si deseas dejar un comentario ten en cuenta lo siguiente: debajo del recuadro para los comentarios aparece una opción que dice “comentar como”. Acá sólo debes seleccionar la opción que dice “nombre” y en este recuadro escribe tu nombre (Deja el recuadro URL en blanco). Si todo esto te parece muy complicado, entonces escribe tu comentario en un e-mail y envíalo a: edquevedo@yahoo.com
Los comentarios van primero al Editor, antes de ser publicados.
Hermosos recuerdos llegan a la memoria después de haber leido estos párrafos que llenan de nostalgia saber que uno se encuentra tan lejos de Chimbote y épocas que no volverán, en donde se dejaba en el campo todo , las fuerzas, el amor y la entrega por el futbol y porque Chimbote ocupe un lugar dentro del futbol . Verdad es hermoso, te felicito Eduardo por tan hermosos recuerdos.
ResponderBorrarsaludos
Tu amigo
Moisés Herrera
Me parece extraordinario el trabajo que estás haciendo, y a la vez es bonito tener personas como tu que nos traen bonitos recuerdos de nuestra infancia; pero te diré que me dio alegria y a la misma vez tristeza de esas fotos de nuestro barrio querido, quizas sea nostalgia de todo lo que vivimos en esa época de nuestras vidas que para mi fue hermoso. FELICIDADES AMIGO
ResponderBorrarEstimado Eduardo:
ResponderBorrarSiendo todos tus artículos de extraordinario reconocimiento por el trabajo de investigación y rigor que haces gala, este me gusta mas, porque nos brindas una bella fotografía de aquella época, pero es una instantánea con los adelantos actuales. La simbiosis entre el futbol y el lugar que viviste, nos obsequia un retrato hermoso digno de perennizarlo en nuestras mentes.
Gracias a tu lucidez, transitamos entre los pelícanos y los jugadores que marcaron época, entre el reverendo cuya oratoria llegaba hasta donde él jamas imaginó y los personajes de tu barrio, conocemos mas a dos ilustres líderes de San Isidro, pero sobre todo, reconocemos tu sensibilidad y profesionalidad que entregas en cada prosa.
Un gran abrazo y esperamos nuevas historias que nos alegran la vida.
Eduardo,
ResponderBorrarMe vas a disculpar que hoy no diga nada del Gálvez, pero leyendo tu artículo ví la parte de la Iglesia de Cristo, y eso me trajo muchos recuerdos: Mi papá también fue pastor de la iglesia. Yo asistía a la escuela dominical desde que tuve uso de razón, y por las tardes jugábamos voleibol en el patio trasero de la iglesia. Con el tiempo tu casa ya no era bodega, pero yo iba ahí a alquilar bicicletas por hora.
El pastor Gilmer Orbegozo es mi tío político, y Obdulio Manrique ¡claro! era un gran orador y era aprista (digo era, porque el 5 de enero de este año pasó a mejor vida).
Cuando leo sobre tu padre, y el papá de Toledo, recuerdo tus tiempos cuando tu también estuviste en política, una pena que te retiraste muy temprano, pudiste llegar muy lejos.
Otra cosa: Mientras tú y los niños de tu barrio jugaban con los pelicanos, yo tuve uno de mascota en mi casa. El pescado era barato en esos tiempos, pero creo que comía mucho, y un día mi papá y Daniel se llevaron mi mascota de regreso al mar, y yo me quedé llorando.
Un abrazo
amigo Eduardo
Marco
Eduardo:
ResponderBorrarMuy interesante lo que escribes en tu blog sobre ese histórico equipo de fútbol de nuestro querido chimbote, el José Gálvez F.B.C. Viendo las fotos tan nítidas que presentas me he quedado gratamente impresionado. Conocí personalmente a muchos de los jugadores, sobre todo los que destacaron en los años setenta, como Papi Estrada, con quien tuve la suerte de jugar algunos partidos de fulbito. Capurro estudió también un año en el Politécnico, donde yo estudié.
Tu blog muy bien lo podrías convertir en un libro. Estoy seguro que sería un best seller en Chimbote.
Recibe un abrazo.
Óscar
Eduardo:
ResponderBorrarTampoco hablaré de Futbol, como dice Marco Arroyo---pero me hiciste recordar a don Anatolio Toledo, yo iba siempre a su casa porque su esposa, la Sra. Manrique, nos preparaba para la catequesis de la iglesia San Francisco de Asís; seguramente yo tenía 09 a 10 años y recordé a don Anatolio porque en este abril del 2011 son las elecciones presidenciales del Perú y su hijo de nuevo se presenta como candidato a presidente de la República.
Nelly
Querido Eduardo,
ResponderBorrarMe es nuevamente grato leer tus líneas, una sinfonía de sentimientos brotan de tus lineas inmortalizando el pasado de una parte importante de Chimbote. Esa forma especial de redactar tus hermosos escritos se hacen mas bellos e interesantes por cuanto, como partituras musicales, en espacio y tiempo, sabes tocar o llevar un mensaje muy profundo, antropologico; dejando efectos hermosos en lo mas profundo de los sentimientos; universalizando y particularizando un solo sentimiento: aquel recuerdo escrito sobre la historia de Club José Gálvez de Chimbote y paralelamente el recuerdo de esa parte de la vida del Barrio San Isidro y alrededores, con todos sus personajes que conllevan.
El todo y las partes de tus escritos simbolizan y perpetúan aspectos esenciales de los nervios mas profundos de esta cultura Chimbotana.
Personalmente admiro en tí esa originalidad que tienes; de que no necesitaste, ni necesitas escalar un camino, sino, que por el contrario la esencia de tu interior en la que tú nadas, permite que broten mensajes no tocados, algo mas profundo: el alma de un pueblo.
Me encanta leer lo que escribes!
Te abrasa
tu hermano,
Alberto
Estimado Eduardo:
ResponderBorrarTe felicito por tu narrativa, descriptiva, sinceramente muy buena, nos transportaste a la época de la abundancia, no sólo de especies y de economía, sinó de barrio, de afecto, de palomillada, que ahora no existe, de picardía sana, de personajes que siempre existieron en los buenos barrios, de gallada, y de chapas famosas.
Un fuerte abrazo
Calolo González
Como de costumbre, el autor nos deleita con un relato entrañable, como entrañables son los personajes, los cuales parecen ser creados por Fellini.
ResponderBorrarIndudable la pericia narrativa al hacer ese paralelo entre los dos temas tratados, el encuentro futbolístico y la vida cotidiana.
Disfrutable para muchos, ni siquiera hay que ser aficionado al futbol, ni fan del José Gálvez de Chimbote para deleitarse con este relato nostálgico, lleno de matices; ni cabe el pretexto de ser autobiográfico, la habilidad de Eduardo para compartir sus relatos es muy lograda.
Me alegra que hay alguien que ponga por escrito todo lo que se relaciona con Chimbote, particularmente siento mucha nostalgia cuando leo o escucho algo de mi Chimbote. Nací en el Jr. Constitucion del barrio El Progreso y estudié en el Niño Dios que en ese entonces era solo de primaria, grandes anécdotas que pasé durante mi niñez y adolescencia, ahora que vivo en California, USA extraño volver a visitar mi tierra.
ResponderBorrarAmigo (del último comentario):
ResponderBorrarRecuerdo al Jr. Constitución, por ahí caminaba para ir al Estadio Vivero Forestal. Y desde luego, recuerdo al Niño Dios. En 1972 fui al Niño Dios con el equipo de fulbito de mi escuela primaria (89007) para enfrentar a ustedes. Nos dieron una tremenda goleada. Tenían un equipazo.
Por favor, hazme llegar tu nombre, para agragarlo a tu comentario. Puedes hacerlo llegar a mi correo: edquevedo@yahoo.com
Un abrazo,
Eduardo
Amigo Eduardo,
ResponderBorrarSi mal no recuerdo ya en otro pagina te describi algo sobre nuestro barrio, y no me cansare de recordar todo lo que tu relacionas al futbol con nuestro barrio, de lo cual me siento orgulloso de haber vivido ahi, mi niñez , adolescencia y juventud, y de tener un amigo como tu que nos hace recordar momentos inolvidables de nuestras vidas en ese barrio que lo recordare siempre hasta los ultimos dias de mi vida.
Edu, y tambien es digno de resaltar las cualidades de nuestros padres que siempre nos trataron de dar una buena educacion y profesion. Por eso amigo un saludo muy especial para toda tu familia que siempre los recuerdo.
Un abrazo
Jaime.
Super interesante! Me encanta tu forma de escribir pues cuando leo me siento dentro de tu historia. Gracias Eduardo por compartir tus vivencias.
ResponderBorrarIsbel
Estimado Eduardo:
ResponderBorrarAntes de llegar a ese partido definitorio en el estadio Lolo Fernández, se jugaron los previos. En el de visita, José Gálvez derrotó en el estadio Mansiche a los famoso "Diablos Rojos de Chiclín", como se les conocía a los integrantes del Alfonso Ugarte. De manera que en Chimbote sólo con un empate clasificábamos a la etapa final de la Copa Perú. Pero ese fatídico día, recuerdo que fue dentro de semana, en el gramado del Estadio Vivero Forestal, así se llamaba en ese entonces, en el segundo tiempo el popular "Lolito" Paredes, talentoso volante del equipo chiclinero, desde un poco más del mediocampo, de una bolea impresionante venció la valla del equipo chimbotano forzando un tercer partido. Lo más resaltante de este gol es que no sólo enmudeció a la afición chimbotana, sino que uno de sus hinchas más acérrimos e identificado con la franja no pudo resistir a ese dolor y de un infarto murió en pleno estadio. Estamos hablando del señor Honorio Gozzer, en cuya memoria a fines de los años 70 se fundó un club con su nombre y en su memoria, la famosa "amenaza lila" o "el poder lila" como se le conoció al club Honorio Gozzer.
Papi Sánchez
Eduardo:
ResponderBorrarLeer cada artículo tuyo es realmente impresionante, cada detalle, cada recuerdo en la lectura hacen que mi mente se remonte a ese mismo instante, a aquellos tiempos que vivimos en nuestro querido Chimbote. Es como un sueño, pareciera como que el tiempo se hubiera detenido.
Cómo no recordar los momentos mas felices de nuestras vidas, cómo no recordar a nuestros padres, hermanos y a nosotros mismos escuchando en la radio los partidos, las novelas, las noticias, etc. Cómo no recordar a los famosos pajaros cochos en los techos del mercado, la iglesia y caminando como si fueran parte de nosotros mismos. Recuerdo que nos acercábamos a darles de comer y ellos tranquilos ni se asustaban.
Es una pena que el José Gálvez perdiera ese día, pero gracias a ellos y a tí hoy podemos recordar nuestra niñez-adolescencia.
Un abrazo y muchaaaasssssss felicitaciones.
Ana
Eduardo, te olvidas del "Casmeñito" ese hombre que se peleaba por el barrio cuando recién se formaba y todo San Francisco era chacras.
ResponderBorrarPepe
Pepe, claro que si recuerdo a don Catalino, a quién llamábamos "El Casmeñito" debido al nombre de su tienda. Y tienes razón: Lo que ahora es el barrio San Francisco de Asís, en esos tiempos eran chacras, y ahí quedaba esas áreas verdes que nosotros llamábamos "El Bangú", donde íbamos a jugar y cazar pajaritos con nuestras "huaracas".
ResponderBorrarEduardo
Desde la cuidad blanca de Arequipa, le expresamos nuestra más sincera felicitación por este aporte histórico de nuestro club FBC MELGAR, el mismo que guarda muy gratos recuerdos del equipo chimbotano en aquella final de 1971.
ResponderBorrarCon la seguridad que estamos ante dos instituciones representativas y muy populares en nuestra ciudades, creemos que su blog enaltece esa rica historia que nos respalda.
Muy Atentamente.
SR. MARIO APARICIO FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA
ADMINISTRADOR FBC MELGAR
AREQUIPA - PERÚ
Señor Fernández, gracias por sus palabras. Saludamos el rico historial deportivo del Mariano Melgar de Arequipa, y les deseamos muchos éxitos!!
BorrarEduardo
Eduardo:
ResponderBorrarTe cuento que estuve leyendo sobre Catalino y demas vecinos del barrio, me llama la atencion cuanta memoria tienes, hay una parte que mencionas al jorobadito, mi vecino de cuadra, sabes quiero decirte que él tiene una anécdota que me vino a la mente: un dia el estaba borrachito y como siempre le molestaban con que, muera el APRA,,, creo que de impotencia, el se subio a su techo, y gritando tan fuerte como solía hacerlo,,, repetia el APRA NUNCA MUERE,,, y se tiro del techo para abajo jajaja pobre todos los vecinos desesperados lo fueron a ver y lo llebaron al Hospita de La Caleta,, pero el seguia diciendo que el APRA no debe de morir… y asi amiguito hay tantas cositas que me emocionan al leer tus relatos.
Tu amiga,
Eli
Hola Eli, me alegra mucho saber de ti, gracias por recordar con nosotros estas anécdotas relacionadas a nuestro barrio.
BorrarCuídate, te hago llegar un fuerte abrazo,
Tu amigo "Chato"
El mejor equipo de José Gálvez de la historia un once ideal xfavor
ResponderBorrarMuchas gracias Eduardo por compartir este relato, donde narras no sólo la historia del equipo galvista, sino también aspectos de la historia de tu barrio. Tú sabes que la IGLESIA DE CRISTO de tu cuadra es algo importante en mi propia vida. Igualmente, el pastor Gilmer Orbegozo fue mi tío político. Y ya te he contado anteriormente que cuando era niño tenía un pelícano como mascota en mi casa.
ResponderBorrarGracias por los recuerdos Eduardo.
Un abrazo de pelícano.
Hola Marco, gracias por tus palabras. Hablando de la Iglesia de Cristo hay muchas cosas para recordar. Por ejemplo yo me acuerdo del pastor, don Obdulio Manrique Romero, él fue antes de Gilmer Orbegozo. También las campañas de sanación con Manuel Ávalos. Todo esto es alrededor de la época del terremoto. Un abrazo.
BorrarLINDO EDUARDO COMO TODO LO QUE ESCRIBES,, ME TRAJO RECUERDOS DE TU FAMILIA Y DE TU Barrio San Isidro de Chimbote CUANDO LOS VISITABA,, BUEN FINDE
ResponderBorrarGracias Eduardo por tu excelente memoria y pluma disfruto al leerlo Abrazos
ResponderBorrar